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Por Jaime Rozas , 12 de abril de 2020La cruda realidad de la viruela en Valdivia, la "peste" que mató a miles entre 1905 y 1906
Atención: esta noticia fue publicada hace más de 4 años[A PROPÓSITO DE EPIDEMIA] Traída por los conquistadores, entre 1905 y 1906 un brote de viruela terminó con la vida de más de 14.000 chilenos. A continuación una recopilación histórica del periodista Abel Manríquez Machuca, basada en publicaciones del Diario El Correo de Valdivia.
Antecedentes mencionados por el cronista español Alonso de Góngora Marmolejo (1524-1576), mencionan que la enfermedad viruela se propagó en el buque en que Francisco de Villagra llegó a Chile.
Y algunas de las campañas mapuches organizadas contra los conquistadores españoles por el toqui Lautaro, se vieron afectadas porque la población originaria se diezmó por enfermedades que llegaron con los “huincas” y ante las cuáles los originarios no tenían defensa natural.
La viruela era una cruda realidad en la ciudad de Valdivia en los primeros años del siglo XX. La nombraban “la peste” y los contagiados eran “los pestosos”.
El diario el Correo de Valdivia, el 30 de marzo de 1905, dio cuenta que el “Consejo Departamental de Hijiene”, se reunió en la tarde con el fin de ocuparse del estado sanitario de la población y especialmente “de la sepultación de pestosos”.
Un vecino del Pantano (barrios bajos y beneficencia), acudió a la oficina de redacción para exponer que el cuerpo de una niñita muerta a principios de semana no fue enterrado adecuadamente, “se hizo un hoyo demasiado bajo, de modo que el cadáver no quedó bien tapado”. La publicación advertía que era un hecho muy grave y que se debía evitar su repetición.
OTRO DECESO
También el diario daba cuenta del deceso “de otro pestoso” en la casa número 155 de la calle O’Higgins, un hombre de unos veinte años, añadiendo que “es indispensable desinfectar de la mejor manera posible las casas en que fallezcan atacados de viruela”.
En esa época el país no disponía de un sistema de salud público como el que se desarrolló recién desde fines de la década de 1950.
Para 1905, en que el brote de viruela afectó fuerte en el verano, en mucho se dependía del apoyo e iniciativas de entidades privadas o instituciones preocupadas del bien común.
En un escrito del 27 de julio de 1935, Luis Alberto Agüero mencionaba que en la epidemia de viruela de 1905 los más afectados fueron los pobres. Faltaron recursos y acciones de las autoridades. Al principio, no se contaba con un Lazareto (recinto sanitario dedicado a la observación y tratamiento de desinfección de personas con una enfermedad contagiosa).
A los enfermos se les trasladaba de noche en carretones basureros abiertos y en los cuáles, de añadidura, eran víctimas de los rigores climáticos valdivianos.
DONACION SANITARIA
Agüero recordaba que fue la logia masónica de la ciudad, Luz y Trabajo N°32, presidida por el empresario hotelero Luis Castaing (cuyo establecimiento de hospedaje se levantaba a la orilla del río Valdivia, donde hoy existe el edificio de la Corte de Apelaciones), la que puso a disposición de la Intendencia un carro cerrado provisto de sus respectivas camas.
Enseguida, la misma institución esotérica, en la cual era uno de los socios fundadores el industrial valdiviano Luis Rudloff Sangmeister, político, impulsor y presidente de la Iglesia Luterana a la vez, había donado dos tinas de baño y algunas camas aperadas para un improvisado Lazareto que se estableció en un galpón en las afueras de la ciudad.
La vacunación contra la viruela se comenzó a utilizar en Chile desde 1918 y se realizó hasta 1975.
INMUNDICIAS BARRIOS BAJOS
Por esos mismos días de 1905 y la viruela, el diario El Correo de Valdivia, en nombre de la ciudadanía se quejaba del deficiente aseo de la ciudad. Informa que la Municipalidad solamente dispone de dos carretones recolectores de basuras y parece que ningún empresario local les desea arrendar unas cuatro a seis carretas más que se necesitan.
Y hace un llamado a los regidores que representan a las clases obreras “que son las más perjudicadas con las inmundicias que florean en los barrios bajos”. ****
Por Abel Manríquez Machuca
Periodista e Investigador Histórico
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